• Ambas organizaciones destacan la importancia de realizar un buen análisis previo del estado de cada árbol urbano afectado y valorar la viabilidad del mismo de cara a su posible conservación.
  • En los casos en los que no sea posible dicha conservación, piden trabajar en una estrategia de nueva plantación que de prioridad a las especies autóctonas, y que no se recurra a podas sistemáticas de cara a prevenir o solucionar lo ocurrido.
  • También solicitan que se aproveche esta oportunidad de reposición de árboles para beneficiar a la biodiversidad urbana en su conjunto y particularmente a la avifauna.

Enero 2021. El paso del temporal de nieve y bajas temperaturas ocasionado por la borrasca ‘Filomena’ ha dejado un rastro de numerosos daños en el arbolado de pueblos y ciudades. En Madrid, concretamente, según la Dirección General de Aguas y Zonas Verdes del Ayuntamiento de la capital, al menos 150.000 árboles han sufrido algún tipo de daño por el peso y presión del hielo y la nieve.

Ante este panorama, La Asociación Española de Arboricultura (AEA) y SEO/BirdLife han subrayado que, una vez eliminado el riesgo a la ciudadanía, y con el fin de recuperar el patrimonio arbóreo perdido, a partir de ahora se deberá realizar un buen análisis del estado del arbolado afectado, valorar la viabilidad de cada ejemplar de cara a su posible conservación, y en los casos en los que esta no sea posible, trabajar en una estrategia de nueva plantación. Esto significa que habría que sustituir especies, si fuera necesario, para crear una infraestructura ecológica más resiliente, con el árbol como elemento vertebrador del ecosistema urbano.

A grandes males, grandes remedios

“En este sentido, y ‘haciendo de la necesidad virtud’, los daños ocasionados por la tormenta ‘Filomena’, un fenómeno climatológico completamente extraordinario, se muestran como una oportunidad para planificar y gestionar el arbolado urbano como parte de la infraestructura verde que permita, por ejemplo en Madrid, afrontar los riesgos ambientales derivados del cambio climático. Para ello es importante incrementar y diversificar el arbolado viario, dando prioridad a las especies autóctonas, más adaptadas a las condiciones locales y que incrementan además los recursos disponibles para la avifauna”, ha destacado Ignacio Fernández-Calvo, especialista de SEO/BirdLife en jardinería urbana y biodiversidad.

Por su parte, Mariano Sánchez, conservador del Real Jardín Botánico-CSIC y presidente de la Asociación Española de Arboricultura (AEA) subraya también que “es el momento de buscar oportunidades y de recordar la cantidad de beneficios ecosistémicos que brinda el arbolado, sobre todo en entorno urbano y periurbano. Desde la reducción considerable de la temperatura en periodo estival, el secuestro de CO2, la captación de polvo y otros contaminantes atmosféricos, la protección frente a rayos UV, así como el importante papel que tienen estos seres vivos como reservorio de biodiversidad”.

Estos beneficios que aporta el arbolado urbano, se magnifican por su impacto favorable sobre la biodiversidad urbana. Las especies autóctonas se integran de forma natural en el ciclo vital de numerosas especies animales, y en el caso de las aves muchas obtendrán alimento, cobijo y lugar de nidificación. En este aspecto no debemos olvidar que incluso algunas especies producen frutos destinados a ser comidos por aves, para de esta forma dispersar sus semillas (sin las aves no existirían las cerezas, por ejemplo). Planear una variada cobertura vegetal con especies arbóreas y arbustivas autóctonas, permitiría proteger y potenciar la biodiversidad más cercana, reduciendo de paso la carga de polen alergénico y mejorando el aspecto paisajístico de nuestras calles.

Podar no es la solución

Tras la retirada de las ramas vencidas o tronchadas, y una vez realizado el análisis de la situación, ciertos árboles, sobre todo los de mayor porte, pese a haber perdido algunas de sus ramas, afortunadamente podrán mantenerse y seguir brindado todos esos beneficios ecosistémicos. Por el contrario, cabe la posibilidad de que un porcentaje del patrimonio arbóreo deba ser sustituido, debido a su baja viabilidad, puesto que su estabilidad podría verse comprometida.

Pese a ello, advierte también Sánchez “la poda no es la solución ya que puede generar pudriciones que en el futuro afecten a la capacidad de soportar el peso de la nieve, pudiendo provocar roturas, aun estando esas ramas desprovistas de hojas. No se debe caer en la tentación de recurrir a las podas sistemáticas de cara a prevenir o a solucionar lo ocurrido, porque pueden agravar el problema. Toda herida es una puerta abierta a plagas y enfermedades. Eliminar ramas se traduce en eliminar superficie arbórea, volumen de copa, y en definitiva, potencial ecosistémico de cara a nuestra salud y a la del resto de seres vivos que cohabitan en un mismo territorio”.

“Se trata de podar lo mínimo necesario y olvidar las podas sistemáticas para garantizar la seguridad de las personas y el buen crecimiento y desarrollo del árbol. Conviene recordar que la poda supone una agresión para el árbol, produce heridas en la corteza y en sus tejidos internos, facilitando vías de penetración a diferentes patógenos. Este proceso puede llegar a debilitar a los árboles y comprometer su resistencia ante la próxima nevada”, advierte también Fernández-Calvo.

En definitiva, para que el bosque urbano pueda brindarnos todos estos beneficios, se necesita planificación, una buena elección de especie y una óptima comunicación con la ciudadanía, recalcan AEA y SEO/BirdLife.