La AEA, Asociación Española de Arboricultura, presenta con enorme satisfacción el reportaje que han realizado los arbolistas Vanessa Segura, Miguel -Mika- Delgado, Esteban Fernández, Pablo Olaizola, Jaime Puell; y Sara Velasco Arias, espectadora y la precursora de la idea.

La AEA es una asociación con un perfil profesional muy heterogéneo y en este caso son los arbolistas trepadores los que aportan su grano de arena en la concienciación de la importancia del arbolado urbano y crear ciudades habitables. Además, de dar a conocer esta preciosa profesión, mostrar cómo les apasiona su trabajo, cómo se cuidan, protegen y respetan entre ellos y a los árboles. Todo ello llamó la atención de Sara y queda plasmado en el reportaje.

Además de disfrutar del video, recomendamos la lectura de cómo se fraguó este interesantísimo reportaje, contado por sus protagonistas, en dos perspectivas diferentes: la de los arbolistas y la de Sara. Ambas expuestas a continuación.

 

 

Arbolistas:

Buenos días. Los arbolistas, Vanessa Segura, Miguel -Mika- Delgado y Esteban Fernández, empezamos el día de trabajo. Nos avisan de una incidencia. Se trata de una rama grande que se ha roto en un Eucalipto y se ha quedado colgada en el mismo árbol. Tenemos que descolgar la rama, revisar el árbol y decidir si actuamos más sobre él o si lo mantenemos como está.

Cargamos la furgoneta con el equipo de trepa, el material de apeo y, con la misma alegría y motivación de cada día, vamos a ver qué nos encontramos. Tiramos hondillas, colocamos las cuerdas de acceso y… ¡a trepar! Descolgamos la rama rota, y mientras el compañero Mika revisa el estado del árbol, se acerca una mujer. Nos observa atónita. Por su expresión en la cara estaba claro que nunca había visto un trabajo así. Nos hace preguntas sobre las técnicas de trabajo y sobre la biología del árbol. Le explicamos un poco cómo funciona lo que montamos y cómo se desarrolla un árbol. ¡Está alucinando!

Nos miraba con los ojos de una madre que ve a su hijo poniéndose en peligro. Le temblaba el pulso de la tensión a la que estaba sometida sólo de vernos y terminó su visita diciéndonos:

—Os jugáis la vida haciendo esto. ¿Os merece la pena?
A lo que respondimos:
—Por supuesto. Nos encanta nuestro trabajo, nos encantan los árboles y nos encanta trabajar juntos. No muchos trabajos se viven como este.
Muy poca gente muestra este interés con el respeto y el cuidado que ella nos mostró. Desde ese momento nos dimos cuenta de que era una persona especial. Pasaron unos meses en los que Sara nos visitaba muy a menudo. Nos buscaba por el parque y no paraba hasta encontrarnos. Cada día, su curiosidad por los árboles crecía y cada día nos preguntaba cosas. Hongos, patrones de crecimiento según la especie y la edad… Un buen día nos pilló mientras hacíamos prácticas de rescate. Fue la gota que colmó el vaso. Le pareció increíble lo desconocidos que somos. Lo desconocido que es nuestro trabajo y el papel tan importante que juega en cuanto al arbolado urbano. Parecía que se empeñaba en darnos a conocer al mundo.

A los pocos días nos cuenta que conoce a un periodista con el que ella trabajó y que dirigió un documental hace tiempo. Nos propone rodar uno. Nos quiere dar una herramienta para visibilizarnos. Comentamos la idea. No nos hacíamos una composición de lugar de lo que el documental iba a ser en realidad. Decidimos contar con los compañeros del Botánico, Pablo Olaizola y Jaime Puell.

Primera reunión: Sara, Jaime Cordero, nuestro posible director, y Esteban. Hablamos largamente del proyecto. Parecía ser algo tan llamativo que decidimos seguir adelante.

Segunda reunión: equipo técnico al completo, profesionales que Jaime Cordero ha reunido, y equipo de Arbolistas Trepadores al completo. Concretamos qué vamos a hacer y cómo. Jaime Cordero dirige el documental; Joaquín Alba y Patricia Rubio, realizadores y montadores; Marcelo Silva es director técnico y operador y Luis Almagro es director de fotografía y operador.

Se afinan los presupuestos y cuando nos enteramos del precio nos quedamos asustados.

—Sara, nosotros no podemos asumir esto. Es demasiado para nosotros.
Sara no dudó en pararnos los pies y tranquilizarnos diciéndonos.
—¡Tranquilos! Eso ya está solucionado. Vosotros sólo hacedlo como sabéis y disfrutad de la experiencia.
Había una amiga, Nina, que había decidido asumirlo y financiarlo.
Buscamos el lugar, conseguimos los permisos correspondientes del Ayuntamiento de Madrid y, una buena mañana, quedamos para rodar.
Cuando vimos el despliegue de medios nos dimos cuenta de que esto no era un juego y que iba a quedar muy bien… y así fue.
Hubo muy buena conexión entre los que participábamos. Subimos a un cámara al árbol para rodar desde arriba. Fue muy divertido enseñarle entre todos las técnicas de acceso y cómo eslingarse. Cuando rodamos las tomas de lanzamiento de hondilla, Luis, el cámara, no sabía dónde esconderse. Las hondillas le pasaban rozando como balas en una guerra entre carcajadas.

A pesar de nuestra inexperiencia frente a las cámaras, adoptamos la estrategia de ser nosotros mismos y, con nuestro cariño, mostrar a la población lo que vivimos en nuestro día a día.

Para todos nosotros fue una experiencia inolvidable. Sentíamos que todo fluía como un sistema de engranajes bien calibrado, engalanado por completo con bromas y risas. Fueron dos jornadas de disfrute fuerte y continuo.

Esperamos unas semanas en las que el equipo técnico hacía su magia. Director, realizadores y montadores posproducían las horas y horas de imágenes grabadas.

Nos reunimos en casa de Mika. Nos recibió Susto, su perro Malinoi, tan enorme como cariñoso. Nos sentamos muy juntos en el sofá, incluido Susto, para el primer visionado. Al terminar, nos miramos sorprendidos unos a otros. Nos gustó muchísimo. Lo mostramos a familiares y gente más cercana. Coincidieron todos en una reacción muy positiva.

Sugerimos unos pequeños cambios y nos volvimos a reunir para la entrega final. Esta vez, en casa de Sara, vimos el reportaje ya terminado.

Los comentarios de redes sociales nos siguen erizando el vello. Estamos super ilusionados con el resultado. Jamás pensamos que conseguiríamos este revuelo.

Nos reforzamos en que, si haces las cosas con tu mejor versión, amor e ilusión, suele acabar todo bien.

Sólo podemos agradecer, agradecer y volver a agradecer esta herramienta tan potente y altruista, últimamente se ve tan poco… .

 Arboristas Trepadores -Esteban, Vanessa, Mika, Pablo, Jaime-, y Sara.

Sara:

¡Que no se respire miseria!

Empezó siendo una idea tormentosa, llegamos a la grabación que fue una experiencia prodigiosa y ha terminado siendo nuestro reportaje.

Contaré mi parte. Hace un año, un día de paseo por el parque, me los encontré. Ese primer día acabé diciéndole a Esteban: —¡Os jugáis la vida!—. Me respondió con una sonrisa. Me quedé, mirando lo que hacían, al lado de este grupito. Duendes de los árboles que no había visto nunca. Y hasta ahora, sigo. Cuatro meses después, una mañana que trepaban a dos cedros altísimos para cortarles las ramas secas, simularon rescates. Intentaba grabarles con mi móvil y todo eran contraluces, se me perdían entre las ramas. Qué desesperación. Y les dije que a ellos debían grabarlos profesionales, y que eran personajes inauditos. Su vitalidad, juventud, compañerismo, saber, técnicas, su fuerza y vigor, su valentía, su amor por los árboles… su forma de volar, de caminar por el aire, de saltar de un árbol a otro cargando con kilos y kilos de material en los arneses. Y tan atentos y sociables… Aquella mañana, les dije que podía decirle a mi amigo Jaime Cordero, periodista, si querría hacerles un documental. Le expliqué a Jaime quiénes eran, cómo los veía yo, claro. Después de conocer a uno de ellos, respondió sí, sin dudar. Formó un equipo de realizadores y cámaras profesionales, muy bueno y buena gente. Él dirigía. Hicieron un presupuesto. Los arbolistas y yo hablábamos sobre el docu cada día en sus almuerzos entre los árboles. Preferíamos que fuera autogestionario, no depender de ideas o limitaciones de nadie. No molestaríamos a la empresa, para ello se haría fuera de su territorio. Ningún uniforme de trabajo, nada que pudieran echarles en cara. Se llamarían ¿arboristas, trepadores?… Yo pensaba que sólo con que se viera cómo son y cómo trabajan sería suficiente. Y siempre pensamos que dirían y harían lo que ellos quisieran. Creció y creció la ilusión por sensibilizar y concienciar sobre su profesión y sobre el cuidado de los árboles, que son seres vivos. La libertad tiene un precio alto y decidimos pagarlo. Pensé y hablé por teléfono hasta que una buena amiga, Nina, me confirmó tranquilamente que ella lo financiaba, con la condición de que mantuviera su anonimato. Hecho. Sumamos al grupo dos arbolistas más, Jaime y Pablo, otros dos personajes magníficos. Esteban nos hizo un grupo de Whatsap, que funcionó como verdadera asamblea decisoria, afortunadamente, siempre por consenso. Ya estábamos plenos de ilusión. Teníamos a los cinco arbolistas mejores,—de hecho, Esteban es Campeón de España de Trepa de Árboles; él y dos más están certificados como European Tree 1 Workers; y los dos restantes cuentan con años de formación en arboricultura y trepa—, los ”artistas” que ofrecerían su trabajo a cambio de nada con la alegría que los caracteriza. Teníamos el mejor equipo técnico de 5 profesionales -director-guionista, realizadores, montadores, operadores de cámara, piloto de dron con su dron. Y financiación. Y ya habíamos pergeñado objetivos y desarrollo. Teníamos todo lo necesario. Faltaba que se conocieran los diez y pusieran en común lo que querían hacer. Para ello, les preparé una comida lo mejor que supe, con tarta y todo, en la terraza de un ático que conseguí que nos prestaran. Y a la voz de ¡que no se respire miseria!, acudieron todos y se gustaron todos. Sólo quedaba hacer el documental: localizaciones, permisos, seguros. Grabar entrevistas y acción, (tuvimos 3 cámaras, 1 dron, 2 Go Pro y dos jornadas de grabación). Montaje, visionado, corrección, traducción a inglés, subtítulos (tuvimos traductora), youtube, presentarlo, difundirlo… y todo sin que se desmembrara el grupo. ¡Y ya lo tenemos!

Julio 2023

Sara Velasco Arias Paseante del Retiro Productora espontánea por una vez

Frases maravillosas dichas por los arbolistas y destacadas por Sara:

  • Arboristas son quienes se ocupan de la gestión, conservación y mantenimiento del arbolado urbano”.
  • … en cuanto al arbolado urbano, intentamos mantener una convivencia entre las personas y los árboles, beneficiosa para ambas partes sin que ninguna de las dos, sufra”.
  • Pensar en las necesidades de los árboles… “quizá es la mentalidad que hay que cambiar”.
  • “Ya no son sólo los árboles, hay que pensar también en los bichetes, que hay mucha peña viviendo en los árboles”.
  • “Me gusta nuestro ambiente de trabajo”.
  • Me gusta la adrenalina, el miedo y me gustan mis compañeros”.
  • “Todo arborista ha pasado miedo alguna vez”.
  • “Me gusta pensar que trabajo con los seres más grandes y longevos del planeta”.
  • ¿Cómo sería una ciudad sin árboles?
  • “Que no se respire miseria”.