Se considera que un árbol puede tener riesgo cuando hay una probabilidad elevada de que este o alguna de sus partes falle, y que también exista una elevada probabilidad de que en caso de fallo se provoquen daños a personas o bienes.
El riesgo se ha de gestionar, es decir, evaluarlo, establecer los límites de tolerancia, valorar los recursos y actuar cuando sea razonable.
Una gestión adecuada supone un ajuste de los medios y de los objetivos en las distintas situaciones. No se puede aplicar el mismo nivel de precisión a todos los árboles de un municipio o propiedad. En el caso de los parques periurbanos o de las masas forestales, cuando la frecuencia de ocupación humana es ocasional o poco frecuente, aunque haya ejemplares con elevado potencial de fallo, la probabilidad de riesgo de accidente es baja y no justifica medidas de control de árbol a árbol.
No se pueden evitar todos los accidentes asociados a los árboles, pero sí tenemos que evitar los accidentes previsibles y nuestra responsabilidad pasa por llevar el “control debido” del patrimonio arbóreo que gestionamos.
Para ello, debemos disponer de un protocolo de trabajo que garantice la gestión adecuada de los ejemplares arbóreos y que lleve un registro sistemático de todas las observaciones.
¿Cuándo un árbol se puede considerar peligroso? ¿Cómo podemos elaborar un Plan de Gestión del riesgo del arbolado?
MÁS INFORMACIÓN: https://aearboricultura.org/curso-como-elaborar-un-plan-de-gestion-de-riesgo-del-arbolado/