Recientemente hemos tenido conocimiento de luctuoso suceso acontecido en Torrevieja, a raíz de la caída de una palmera sobre un vehículo en la CV-905 impactando sobre su conductor, un joven de 22 años.
Al parecer, según citan diversas fuentes, la corona de la palmera, situada en la mediana de la carretera, se desplomó sobre la parte delantera del vehículo; las mismas fuentes apuntan a que el ejemplar estaba afectado por picudo.
Desde la Asociación Española de Arboricultura (AEA) transcurridos unos días, deseamos trasladar nuestro más sentido pésame a los familiares de la víctima por esta tremenda pérdida. En esta ocasión, la pérdida viene precedida, hasta donde ha trascendido, por la desgracia de la pérdida reciente de los padres del fallecido, lo cual aún hace aún más dolorosa esta pérdida, ante una familia rota.
Sin embargo, no podemos dejar de trasladar estos días, el temor en que incurrimos en los días que le suceden a un evento como el reciente, y la toma de decisiones precipitadas, supuestamente preventivas, abordadas desde el miedo. En un momento en el que somos plenamente conscientes de la importancia del verde en las ciudades, y de los múltiples beneficios contrastados que el arbolado y palmeras generan en nuestras ciudades, debemos ser cautos y abordar las decisiones de tala sobre la objetividad, basado en análisis riguroso y calibrado del estado de los ejemplares.
Insistimos, así mismo, de la necesidad de disponer de planes de ordenación del arbolado, más allá de las cadencias de las legislaturas municipales, que permitan disponer los recursos que se precisan para la conservación adecuada y necesaria y la sustitución de aquellos ejemplares y poblaciones que lo precisen conforme a los principios de la Carta de Barcelona “el derecho al Árbol en la ciudad”.
Sopesemos los riesgos en los que incurrimos a diario, aceptemos que el riesgo cero no existe y valoremos que los árboles y las palmeras bien conservados son seguros y necesarios.
Inma Gascón, vicepresidenta de la Asociación Española de Arboricultura