El presidente de la Asociación Española de Arboricultura Mariano Sánchez participa con sus declaraciones, junto a otros expertos, en este interesante artículo:
“Por qué se necesitan árboles centenarios en las ciudades”
“Este verano ha concluido con la muerte del ficus de San Jacinto, en Sevilla, un ejemplar de 111 años que había sido declarado Bien de Interés Cultural. Aunque la tala masiva ordenada por la parroquia de San Jacinto fue paralizada en 2022 por el juzgado de lo Contencioso-Administrativo, el árbol no ha sobrevivido.
Uno de los principales argumentos para talarlo era la seguridad de las personas, ante un árbol de 24 metros de envergadura en plena ciudad. El caso se ha convertido en un símbolo del maltrato a los árboles urbanos.
Sin embargo, el arbolado sano en las ciudades es fundamental para bajar las temperaturas en verano, reducir el efecto de isla de calor y dar sombra, entre otros muchos beneficios. Hemos preguntado a algunos de los mejores especialistas en árboles qué hace falta para que las ciudades dispongan de estos refugios climáticos, es decir, de una buena sombra. La respuesta es: ejemplares muy grandes, como el ficus de Sevilla, que tengan muchos años….”
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“El botánico Bernabé Moya, estudioso y defensor de los árboles monumentales, asegura que en primer lugar se trata de respetar la naturaleza de cada ejemplar. “Hay que diseñar las ciudades para que acojan árboles respetando su biología y su forma de crecimiento, el espacio que necesitan a nivel aéreo y subterráneo”, explica.
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“Mariano Sánchez, del Real Jardín Botánico, pone como ejemplo un plátano de sombra, uno de los árboles más extendidos en las calles por su capacidad para resistir podas y otras hostilidades. En un entorno urbano, un ejemplar podría alzarse unos 10 pisos –30 metros de altura– con una frondosa copa de 25 metros de diámetro. Dos personas lo tendrían difícil para rodear su tronco, aunque quizá lo más impresionante está por abajo: sus raíces llegarían a un metro y medio o dos metros de profundidad, y cubrirían la misma superficie que la copa o incluso un tercio más, para mantenerse en pie y buscar los nutrientes y el agua que el árbol necesita. El problema es que ni los alcorques ni las calles se diseñan pensando en ese potencial gigante. “Si plantas un plátano de paseo cada cuatro metros, es como si metes a Marc Gasol en una tienda de campaña. Lo estás matando”, dice Sánchez, que también es presidente de la Asociación Española de Arboricultura.”
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